Participación infantil y juvenil

Existen diversas razones por las que creemos que la participación infantil y juvenil debe ser una línea de trabajo fundamental en las acciones y programas que ponemos en marcha y, además, una línea a poner en valor por parte de todos y todas si queremos construir barrios más cohesionados y saludables.

La primera de las razones está relacionada con los derechos y es que la Convención de los Derechos de los Niños de 1989 ya concretaba el reconocimiento del derecho a los niños a la participación, así como los distintos aspectos directamente asociados al mismo.

Artículo 12

  1. Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opiniones del niño, en función de la edad y madurez del niño.
  2. Con tal fin, se dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado, en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño.

Artículo 13

[…] ese derecho incluirá la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de todo tipo, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o impresas, en forma artística o por cualquier otro medio elegido por el niño.

A diferencia de las anteriores declaraciones sobre Derechos del Niño, la Convención constituye un instrumento jurídicamente vinculante. La participación es un derecho de ciudadanía del que son también sujetos los ciudadanos más jóvenes.

La segunda de las razones se refiere a que la participación, en general, supone una mejora de los ámbitos en los que se produce. La mayoría de las experiencias que en el ámbito educativo han promovido la participación activa de los educandos, no lo han hecho únicamente  con la finalidad de formar en los valores y actitudes propios de la participación sino para conseguir un mejor funcionamiento global de la institución y una más óptima consecución de sus objetivos propios. Si niños y jóvenes participan, no sólo aprenderán a ser buenos ciudadanos, sino que se sentirán más corresponsables de la institución en la que pongan en práctica dicha participación.

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La última de las razones es la educativa puesto que mediante la participación se forma a buenos ciudadanos. Formar para la ciudadanía y los valores democráticos sigue siendo un reto del sistema educativo pero también de los espacios no formales y del propio barrio desde un prisma de barrio educador. En cualquier caso, cabe señalar que promover la participación de los niños no es prioritariamente formarles para la participación en el futuro sino porque tienen ya el derecho de participar como sujetos activos y porque con su participación se espera mejorar el funcionamiento de los ámbitos en los que se produzca.

Lo que defendemos, por tanto, es una participación genuina de la infancia en sus contextos reales de vida. Sólo en la medida en que los niños puedan ejercer genuinamente su derecho a participar, la formación para la participación y la ciudadanía será realmente eficaz.

A través de diversos programas relacionados con el tiempo libre educativo, pretendemos que la infancia y la juventud de nuestros barrios sean conocedoras de la realidad que les rodea y, de la misma manera, sean conscientes de que son capaces de transformarla. En este sentido, la educación en valores adquiere una importancia relevante en ese proceso de aprendizaje puesto que sólo desde esa perspectiva seremos capaces de crear espacios/barrios para proyectos de vida saludables donde podamos convivir entre personas diversas.

Colaboradores / Laguntzaileak: